Golpeada por una inflación elevada y una política monetaria más restrictiva, no cabe duda de que la economía de la zona del euro se ralentizará en los próximos trimestres; la verdadera cuestión es en qué medida. Según las últimas previsiones de nuestros analistas, el conjunto de la zona euro se contraerá en el cuarto trimestre de 2022 y el primer trimestre de 2023, antes de volver a crecer a partir del segundo trimestre de 2023. Dicho esto, se prevé que el descenso sea mucho más leve que durante los cierres de Covid-19 de principios de 2020, o la crisis financiera mundial de 2008/09.
Se prevén divergencias significativas dentro del bloque. En cuanto a las principales economías, es probable que Alemania e Italia sufran las mayores recesiones. En cambio, Francia se verá menos afectada, gracias a su fuerte generación nacional de energía nuclear y a una inflación relativamente limitada. España también sufrirá una leve desaceleración, debido en parte a su dependencia del gas procedente de Argelia y no de Rusia.
Las medidas de apoyo fiscal anunciadas hasta la fecha tanto a nivel nacional como de la UE -y otras medidas que probablemente se adopten en el futuro- amortiguarán la próxima desaceleración. La disponibilidad de gas durante el invierno también será un factor clave que habrá que vigilar. En este frente, las tendencias recientes auguran que se evitarán los cortes de gas forzosos a la industria: El tiempo es actualmente más cálido de lo normal y debería seguir siendo templado en las próximas semanas, lo que limitará la demanda de calefacción por gas. Los precios del gas han bajado en los últimos meses. Y las instalaciones europeas de almacenamiento de gas están prácticamente llenas gracias a las fuertes importaciones de GNL. Sin embargo, una ola de frío prolongada este invierno, sabotajes en instalaciones energéticas y un eventual corte del suministro de gas ruso a través de Ucrania podrían aún deteriorar el panorama.
Informes de nuestra red de analistas
En cuanto al suministro de gas, Salomon Fiedler, de Berenberg, afirmó:
“Es probable que la UE haya almacenado suficiente gas natural para pasar el próximo invierno sin tener que reducir por decreto las entregas de gas a la industria. Si las importaciones de gas procedentes de fuentes no rusas se mantienen en sus elevados niveles recientes y las empresas y los hogares siguen respondiendo a los elevados precios consumiendo menos, es probable que la UE pueda evitar la escasez total y el racionamiento tanto este invierno como el próximo, incluso si todas las importaciones procedentes de Rusia cesaran a partir de noviembre.”
En cuanto al panorama a más largo plazo, Carsten Brzeski, de ING, afirmó:
“Mientras todo el mundo sigue evaluando la profundidad de una posible recesión invernal, hay otro riesgo al que aún no se ha prestado suficiente atención: la eurozona puede estar asistiendo al final del ciclo económico tal y como lo conocíamos. Es muy probable que los precios de la energía se mantengan altos – muy altos – en los próximos años. Será un lastre estructural, no sólo cíclico, para la competitividad de costes de las empresas y el poder adquisitivo de los hogares. Es un cambio estructural que podría compararse con el desapalancamiento que sufrieron muchos países de la eurozona tras la crisis financiera y que condujo a un crecimiento moderado durante muchos años. En consecuencia, es alto el riesgo de que la economía de la eurozona no experimente una recuperación en forma de V o de U, sino más bien en forma de J”.