Las relaciones entre Israel y los países árabes: el cambio que está transformando la política y la economía de Oriente Próximo

El 15 de septiembre de 2020, altos cargos de Bahréin, Israel, EAU y Estados Unidos se reunieron en la Casa Blanca para firmar los Acuerdos de Abraham. Esto marcó el establecimiento de lazos diplomáticos plenos entre Israel y las dos naciones árabes; hasta entonces, sólo dos Estados árabes -Egipto y Jordania- habían reconocido formalmente a Israel. Los Acuerdos de Abraham fueron seguidos rápidamente por un acuerdo similar con Marruecos. Los lazos con el gigante regional, Arabia Saudí, aunque todavía informales, también se han estrechado, y empresarios israelíes han intervenido recientemente en una importante conferencia saudí sobre inversiones.

Las implicaciones económicas de este acercamiento son importantes, ya que las sinergias entre Israel y los Estados árabes son evidentes. Israel ofrece la tecnología más avanzada de la región, con puntos fuertes en defensa, ciberseguridad, sanidad y agricultura; el acceso a esta tecnología ayudaría a diversificar las economías de los Estados del Golfo dependientes del petróleo. Por otro lado, Israel se beneficiaría de una mayor inversión de capital, del acceso a nuevos mercados de exportación y de la llegada de más turistas.

Los primeros indicios son alentadores. En mayo, Israel y los EAU firmaron un acuerdo de libre comercio (ALC), cuyo objetivo es aumentar el comercio bilateral a 10.000 millones de dólares anuales, frente a los menos de 200 millones de dólares de 2020. El Consejo Empresarial EAU-Israel prevé que a finales de este año habrá cerca de 1.000 empresas israelíes trabajando en los EAU. Además, las exportaciones israelíes a Marruecos se triplicaron aproximadamente en términos anuales en 2021, mientras que las destinadas a Bahréin se multiplicaron varias veces. A finales de 2022 podría celebrarse un ALC con Bahréin.

Es probable que esta mejora de las relaciones explique en parte las halagüeñas previsiones de crecimiento del PIB de Israel para los próximos años, muy superiores a la media de las principales economías avanzadas. Sin embargo, los avances diplomáticos son frágiles y podrían verse frenados por un nuevo estallido de violencia entre israelíes y palestinos. La probable presencia del movimiento sionista religioso ultraconservador en el próximo gobierno israelí es también un riesgo, ya que podría aumentar las tensiones con los árabes dentro y fuera del país; por ejemplo, una de las figuras clave del movimiento ha propuesto deportar a los ciudadanos árabes que muestren “deslealtad” hacia el Estado israelí. Además, Israel tiene un problema de imagen entre los árabes en el extranjero; las encuestas de opinión sugieren que la mayoría está en contra de la normalización, y las llegadas de turistas a Israel procedentes de Bahréin, Marruecos y los EAU siguen siendo mínimas. Así pues, aún queda mucho por hacer para maximizar el potencial económico de la integración regional de Israel.

Informes de nuestra red de analistas:

En cuanto a un ALC entre Israel y Bahréin, los analistas de la EIU afirman:

“La pequeña economía del Estado del Golfo, que está experimentando una diversificación renovada y un impulso de desarrollo, tiene mucho más que ganar con el aumento del comercio directo que podría anunciar un ALC: recientemente ha habido indicios de colaboración en tecnología financiera (un punto fuerte y una prioridad de Bahréin), con un acuerdo de cooperación firmado en agosto entre Israel Advanced Technology Industries y la “Fintech Bay” de Bahréin, un centro industrial e incubadora respaldado por el Gobierno. El principal interés para las empresas israelíes es la facilidad de acceso físico y de procedimiento a Arabia Saudí (que ya está ampliando discretamente la cooperación política y económica con Israel, pero es poco probable que normalice sus lazos con el actual rey)”.