Australia: El crecimiento se suaviza pero sorprende al alza en el tercer trimestre
La actividad económica aumentó un 0,6% en tasa intertrimestral desestacionalizada en el tercer trimestre, tras la expansión del 0,9% del trimestre anterior. El consumo privado creció un 1,1% en el tercer trimestre, tras el 2,1% del segundo. La desaceleración se produjo tras un fuerte repunte en el trimestre anterior, y el gasto de los hogares se mantuvo robusto, apoyado por una mayor relajación de las restricciones de Covid-19 y un descenso de la ratio ahorro-ingresos. Por su parte, la inversión fija descendió un 0,2% en el tercer trimestre, lo que supone un cambio de tendencia respecto a la expansión del 0,5% registrada en el trimestre anterior. La inversión fija se vio frenada por la caída de la inversión privada en maquinaria y equipo y el descenso de la inversión pública. Por su parte, el consumo público aumentó un 0,1% en el tercer trimestre (-0,7% intertrimestral en el segundo).
En el frente exterior, las exportaciones de bienes y servicios aumentaron un 2,7% en el tercer trimestre (2T: +5,3% intertrimestral), apoyadas por la recuperación del sector turístico pero lastradas por las ventas al exterior de bienes no rurales, que se vieron afectadas por las adversas condiciones meteorológicas. Por su parte, las importaciones de bienes y servicios aumentaron un 3,9% en el tercer trimestre (2T: +1,4% intertrimestral). En conjunto, el comercio neto restó 0,2 puntos porcentuales a la expansión intertrimestral, frente a la contribución de 0,8 puntos porcentuales del 2T. Mientras tanto, en términos anuales, el crecimiento del PIB se aceleró hasta el 5,9% en el tercer trimestre, desde el 3,2% del segundo.
En cuanto al último trimestre del año, los datos disponibles sugieren que el impulso podría estar enfriándose aún más. El descenso de la confianza empresarial en octubre, la caída de la confianza de los consumidores en octubre-noviembre y un nuevo aumento de los tipos de interés son malos augurios para la actividad. El próximo año, el crecimiento económico debería pasar a una velocidad inferior. El gasto de los hogares perderá fuelle en medio de un ahorro decreciente y una inflación aún elevada. La volatilidad de los precios de la energía y una ralentización mundial mayor de lo previsto plantean riesgos a la baja.