Zona euro: El BCE se mantiene impasible en su reunión de septiembre; vigilará la evolución de las divisas
El 10 de septiembre, el Banco Central Europeo (BCE) reafirmó su programa de relajación cuantitativa y mantuvo los tipos de interés en mínimos históricos para apoyar las condiciones de liquidez y preservar el buen funcionamiento de los mercados monetarios. Además, tras el cambio de política recientemente proclamado por la Reserva Federal, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, anunció que el Consejo de Gobierno tendrá en cuenta el impacto de los futuros movimientos del tipo de cambio en las perspectivas de inflación.
El BCE mantuvo sin cambios los tipos de interés de las operaciones principales de financiación, de la facilidad marginal de crédito y de la facilidad de depósito, en el 0,00%, el 0,25% y el -0,50%, respectivamente. El Banco Central también mantuvo sin cambios el tamaño de su programa de expansión cuantitativa de emergencia en un total de 1.350 mm de euros, y reafirmó que las compras se llevarán a cabo de forma flexible para garantizar la transmisión fluida de la política monetaria. El Banco mantuvo su actual nivel de estímulo monetario para apoyar la recuperación. La economía se contrajo a un ritmo sin precedentes en el primer semestre, afectada por las medidas de bloqueo impuestas para frenar la propagación del virus. Sin embargo, la actividad está repuntando con fuerza en el 3er trimestre gracias a la reapertura gradual de las economías regionales y a las políticas fiscales y monetarias de apoyo. Dicho esto, la variación anual de los precios de consumo pasó a ser negativa en agosto y se espera que se mantenga moderada en los próximos meses, aunque la Presidenta Lagarde subrayó que esto se debe en gran medida a factores temporales. En consecuencia, el Banco reafirmó que está dispuesto a “ajustar todos sus instrumentos, según proceda, para garantizar que la inflación se mueva hacia su objetivo de forma sostenida”.
Teniendo en cuenta la situación actual, el BCE considera que el PIB se contraerá un 8% este año y repuntará un 5% en 2021, mientras que prevé una inflación anual del 0,3% en 2020 y del 1,0% en 2021. Dicho esto, las perspectivas siguen rodeadas de una elevada incertidumbre derivada de posibles nuevas oleadas de contagios y de la eficacia de las medidas de contención, de la repercusión en las decisiones de gasto y en la capacidad de oferta, y del considerable impacto en los mercados laborales. Además, el reciente giro ultra-dovish en la orientación de la política monetaria de la Reserva Federal plantea nuevos riesgos a la baja para las perspectivas, pues ya se ha traducido en un euro más fuerte, que se ha revalorizado más de un 10% frente al dólar en los últimos meses. Por ello, Lagarde volvió a insistir en que sigue siendo crucial una respuesta fiscal coordinada a la crisis. Al mismo tiempo, reiteró que las medidas fiscales deben ser selectivas y temporales, para garantizar la sostenibilidad fiscal a medio plazo.
Al comentar la última decisión del BCE, Carsten Brzeski, economista jefe para la zona euro de ING, señaló: “Nuestra sensación es que el BCE ha realizado hoy un interesante, y posiblemente arriesgado, ejercicio de equilibrismo verbal. Mencionar el tipo de cambio en su declaración introductoria por primera vez en más de dos años y hacer hincapié en las revisiones al alza de las previsiones de inflación (subyacente) podría incluso desencadenar un mayor fortalecimiento del euro. Esto significa que el BCE parece estar preocupado por la fortaleza del euro, pero no demasiado por el momento. Al menos no todos en el Consejo de Gobierno”.